La Movida Madrileña: la historia de nuestra época
Los más jóvenes pondrán cara de extrañeza al oír este nombre. A los menos jóvenes les sonará de boca de sus padres o de sus abuelos. Pero quienes la vivieron en primera persona posiblemente se mezan en un momento de feliz nostalgia. Y es que la Movida Madrileña fue un período de la historia española que merece su nombre propio, así, en mayúsculas.
Tras los cuarenta años de páramo intelectual y de represión impuestos por el régimen, la gente estaba hambrienta de libertad, de profundos cambios en la sociedad.
Así, hacia finales de los 70, en plena transición, la capital española se convirtió en el caldo de cultivo de una corriente contracultural conocida como Movida Madrileña, desde donde se contagió al resto de ciudades en una vorágine alimentada por la música, el cine, la literatura, la pintura, la fotografía y, por supuesto, la estética.
Este movimiento duró, en su momento álgido, unos seis años (1980-1986), pero, como veremos al final, algunos de sus componentes se negaron a desaparecer entre los recuerdos de la generación que cambió para siempre la sociedad.
Malasaña, epicentro de la Movida Madrileña
Por su ubicación, el barrio madrileño de Malasaña siempre fue un hervidero cultural, un barrio que sabía que las noches solo terminaban al despuntar el alba. A partir de 1975, mientras las calles empezaban a recuperar poco a poco su voz aprisionada, el noctámbulo y bohemio Malasaña se convirtió en un auténtico altavoz con fuerza suficiente para hacerse oír en toda España.
Allí, el interés por las culturas urbanas alternativas, por lo underground y en general por todo lo que hasta entonces había estado prohibido prendió la mecha de la Movida Madrileña, cuyo nacimiento “oficial” fue el 9 de febrero de 1980, día en que tuvo lugar un concierto homenaje a Canito, batería del grupo que más tarde se llamaría Los Secretos. En aquel concierto, retransmitido por Onda 2, participaron conocidos grupos de la que justo después sería la Movida, como Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop, Los Trastos y Los Bólidos.
De ahí, la Movida Madrileña dio el salto a otras capitales del país, sobre todo después del “Concierto de Primavera” de 1981, organizado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. De hecho, fue tal la importancia que cobró la Movida Madrileña que incluso llegó a coquetear con algunos políticos de la transición que veían en ella el anhelo de la ciudadanía.
Expresión contracultural de la Movida Madrileña
La Movida tocó todos los estratos del arte, aunque su vehículo de expresión por excelencia fue la música.
A través del arte, el movimiento mostraba su rechazo a lo socialmente correcto, al pensamiento de masas que, por inercia, aún era el dominante en aquellos años. Así, entre sus proclamas más sonadas estaban, por ejemplo, la libertad sexual, el consumo de drogas, la venta de anticonceptivos, etc.
En la música
La música de la Movida Madrileña estuvo muy influenciada por el punk, el subgénero del rock surgido en los 70 en Reino Unido como protesta contra los convencionalismos de la sociedad. No existió un único género musical, sino un batiburrillo de sonidos que abarcaban desde el punk hasta el glam-pop, pasando por el new romantic.
Musicalmente hablando, no todos los integrantes de los grupos eran grandes artistas. A veces, apenas bastaba con saber tocar mínimamente un instrumento, subirse a un escenario montado en cualquier tugurio y hacer lo que uno pudiera (o quisiera) ante el público.
Sin embargo, sí que podemos hablar de grupos muy valorados no solo en los años de la Movida, sino también después: Alaska y los Pegamoides, Zombies, Radio Futura, Los Secretos, Nacha Pop, Loquillo y los Trogloditas, Mamá, Leño y Duncan Dhu, por mencionar algunos de la extensa lista de reproducción. Muchos tocaron en la mítica sala de la Movida, la Rock Ola, y algunos, con los años, se han convertido en grupos de culto.
La mayoría de estos grupos empezaron a ser conocidos a través de las maquetas que sonaban en emisoras de radio como Onda 2, Dominó y Dinamita. Los más jóvenes volverán a extrañarse, pero por entonces no existían internet ni las redes sociales, por lo que grabar un primer disco de música independiente era realmente difícil.
En el cine
Hasta entonces, el público estaba acostumbrado al cine de la época, películas ambientadas en una España rural, humilde y encorsetada.
Sin embargo, en la Movida, el cine mostraba escenarios y personajes completamente diferentes, todo con un trasfondo de denuncia social, reproduciendo situaciones hasta la fecha nunca vistas en la pantalla: homosexuales cogidos de la mano o besándose, personas consumiendo drogas, etc.
Aunque empezó en un grupo de música, Pedro Almodóvar (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón) terminó convirtiéndose en uno de los mayores exponentes del cine de la Movida. Otros que también vale la pena destacar fueron Fernando Trueba (Ópera prima) e Iván Zulueta (Arrebato).
Otras manifestaciones
La Movida Madrileña también se expresó en otras formas, como la literatura, la fotografía y la pintura. Pero existe otro ámbito a través del cual se manifestó inconfundiblemente: la estética.
La estética y la moda de la Movida
Sí, la Movida Madrileña fue una expresión verbal, pero también visual. De hecho, marcó un antes y un después en la moda, y algunos de sus looks están volviendo con el tiempo.
En aquellos años, estaban al orden del día los peinados que desafiaban las leyes de la física, los estampados, las plataformas, las chaquetas de cuero, las tachuelas, las mallas… Todo rematado con accesorios de todo tipo, mejor cuantos más, como cadenas, pulseras, anillos, piercings, etc.
No había una única forma de vestir, pero sí un denominador común: desmarcarse, llamar la atención, vestir de una manera que mostrara claramente la liberación del convencionalismo.
Fue en los años de la Movida, no solo en España, sino en todo el mundo, cuando las prendas vaqueras se consagraron como un ícono absoluto de la moda. Los vaqueros se hicieron en más modelos, en más colores, en más acabados y en más lavados. Y fue una prenda de expansión horizontal y vertical: la podía vestir tanto el integrante más antisistema de la Movida como el político que sentía escalofríos al oír hablar de este movimiento social.
Los años 80, aunque también podríamos incluir los 70, fueron prolíficos en marcas españolas de ropa vaquera, pero pocas fueron tan conocidas entre la “gente de la Movida” como la mítica Bustins STOCK, derivando en su patente registrada como BustinSTOCK, de la Costa Brava.
BustinSTOCK, la marca que vistió la Movida Madrileña
Quienes vivieron la Movida Madrileña posiblemente hayan llevado un Bustins al menos una vez en la vida. Esta firma originaria de un pequeño pueblo costero de Girona llegó a cruzar el charco y a abrir una tienda en Los Ángeles en 1990.
Todo empezó con dos hermanos de familia costurera, Rosa y Albert Bustins, que emprendieron el negocio con una pequeña tienda en Galerías Neptuno, Platja d’Aro, en 1968. De ahí, pasaron a otras localidades cercanas, como Lloret de Mar y Roses, y a otras más lejanas como Benidorm e Ibiza.
El crecimiento de la empresa pronto los llevaría, por supuesto, a Barcelona y a Madrid, donde abrieron dos tiendas, una en la callé Alcalá y otra en Fuencarral.
Con el estallido de la Movida Madrileña, BustinSTOCK se convirtió en una marca vaquera de referencia en la capital española, además de en los lugares donde estaba presente. Los vaqueros de la firma se pasearon por los ambientes de la Movida, y vistieron a nombres que resuenan en nuestras cabezas, desde músicos hasta celebridades de la televisión.
Entre los asiduos de la tienda Bustins (entonces STOCK) se encontraban la propia Alaska, Miguel Bosé, Bibiana Fernández, Ana García Obregón, Pocholo, María José Cantudo, Norma Duval, Miriam Díaz Aroca, etc. Tan grande era su apego por la marca que algunos de ellos se desplazaban hasta la tienda de Platja d’Aro para comprar “en origen”.
Como anécdotas, Duval iba a veces en busca de ropa Bustins para vestir en la tele, Pocholo venía con su hermano y solían aparcar sus motos enfrente de la tienda, Ana G. Obregón solía quedarse charlando con las dependientas, Miguel Bosé vistió la marca para su exitoso álbum “Los Chicos No Lloran”, entre muchas más historias como resultado de la cotidianidad que existía entre ellos y los trabajadores de las tiendas.
Con el paso de los años, ya terminada la Movida (hacia finales de los 80) y debido a la globalización y los nuevos hábitos de consumo, la marca cerró la mayoría de sus puntos de venta físicos durante la década de los 2000. Sin embargo, el espíritu permaneció y fue retomado por los descendientes de Rosa y Albert Bustins, que mantienen la primera tienda de Platja d’Aro de 1968, homenaje a su cuna, y su tienda online.
Así, con un cambio de nombre, de BustinSTOCK a Bustins Jeans, la marca sigue viva después de tantas décadas en las que otras marcas de ropa fueron absorbidas por multinacionales o directamente desaparecieron. Hoy día, ponen en práctica el modelo económico de la slow fashion, elaborando de forma artesanal prendas con materiales de kilómetro cero, resistentes y de catálogo atemporal.
La Movida Madrileña recorrió demasiado deprisa los años que van desde 1980 a 1986. Desapareció debido al éxito comercial de algunos de sus mayores integrantes, que perdieron su “esencia”, y al rechazo que empezó a generar entre la población más joven, una población que ya comenzaba a olvidar que la libertad no había sido ningún regalo del cielo, sino una conquista social.
Aunque la Movida ya solo sea un recuerdo que desaparecerá en una o dos generaciones, de momento, en Bustins, no podemos evitar sonreír ante la feliz nostalgia de haber vivido en primera persona, desde nuestras tiendas de Madrid ubicadas, durante más de 25 años, en la calle Fuencarral, 9, (1975-2006) y en la calle Alcalá, 155, (1976-2002), uno de los movimientos sociales más importantes de la historia reciente de España.
Tanto si quieres rememorar como conocernos por primera vez, seguimos aquí.
1 comentario
Los mejores jeans de mi vida, año 70-71, de Stock, ¡Sin costuras laterales externas! Solo las interiores de pierna. Se adaptaban totalmente a la cintura, cadera y pierna, acabado en campana. No quería que se acabaran ni gastaran. Nunca más he tenido ni visto nada igual. Menudo patronaje.
Todavía tengo una foto con ellos.
Supongo que diseño de Albert Bustins. En la época pasábamos 3 meses de vacaciones.